La experiencia muestra que a menudo los niños necesitan de un tercero para expresar a sus padres lo que viven en su interior. Este periodo de intenso desarrollo de la personalidad no queda exento de trastornos más o menos graves.
La perturbación recurrente del lenguaje, el comportamiento o las relaciones con su entorno también puede ser fuente de problemas, como lo son los celos, las oposiciones, los estados de tristeza, la falta de confianza en sí mismo, los miedos clásicos que perturban el sueño o la dificultad de ocupar su lugar en el colegio o en un grupo de amigos. En definitiva, dificultades que alertan a los padres y les llevan a consultar a un profesional.
Tras una serie de entrevistas preliminares con los padres y una vez establecido el diagnóstico estructural del menor, serán éstos, junto con el o la menor, quienes decidan si emprender o no una psicoterapia.
Estas son las áreas de especialidad que tratamos con niños: