El apego: ¿comprender para reparar?

Es habitual preguntarse si el hecho de haber tenido padres difíciles genera inevitablemente un apego inseguro. La respuesta es que no necesariamente es así. Todo depende de la frecuencia y la repetición de los comportamientos en cuestión. Cada padre tiene sus propios límites, emociones y vulnerabilidades. Lo que es determinante es la capacidad de los padres para reflexionar sobre un evento, hablar de ello con el niño afectado y, sobre todo, evitar la repetición de comportamientos negligentes. Se trata principalmente de la disponibilidad, de responder adecuadamente a las necesidades del niño, de consideración y validación. Cuando los comportamientos negligentes se repiten con frecuencia, pueden crear «atajos» o esquemas de pensamiento en el niño, que se convierten posteriormente en modelos internos. Estos atajos suelen estar asociados con traumas complejos.

A continuación, se presentan algunos ejemplos de situaciones que podrían favorecer la aparición de inseguridad:

  • Una falta de explicaciones en situaciones estresantes;
  • Inconsistencia en la disponibilidad del padre o madre;
  • Comportamientos maltratantes, abusivos o atemorizantes por parte de los padres;
  • Falta de sociabilidad durante la infancia;
  • Ausencia de contacto físico o de expresiones emocionales por parte de los padres;
  • Respuestas inadecuadas a las necesidades del niño cuando estaba asustado, lo que puede llevar posteriormente a una búsqueda de estímulos de miedo;
  • Promesas incumplidas;
  • Amenazas de abandono o violencia;
  • Padres deprimidos o suicidas.

Para identificar el propio estilo de apego, es posible observarlo a través de los comportamientos y las relaciones. A continuación, se presentan algunos indicios que podrían revelar una falla en la seguridad, teniendo en cuenta que deben manifestarse regularmente para considerarse como un patrón:

  • Sentir ansiedad al hablar en grupo;
  • Nunca ser uno mismo con los demás por miedo al juicio o a ser menospreciado;
  • No poder estar solo nunca;
  • Estar regularmente en relaciones tóxicas;
  • Tener la impresión de que los demás son a menudo agresivos o percibirse a uno mismo como agresivo;
  • Apegarse demasiado rápido a los demás y sentirse traicionado con frecuencia;
  • Tener miedo al rechazo y al abandono;
  • Mantener a los demás a distancia.

Estos aspectos también pueden ser evaluados durante un seguimiento psicológico.

En cuanto a la posibilidad de tener varios tipos de apego, la respuesta es negativa. El estilo de apego corresponde a un conjunto de conexiones cerebrales, formando el «software relacional» del cerebro, construido durante la infancia con los recursos disponibles. Este sistema relacional se mantiene estable en la edad adulta, a menos que se realice un trabajo específico para modificarlo. Cuando se activa, siempre reacciona de la misma manera. Sin embargo, la activación de este sistema en las relaciones depende de la proximidad y la importancia que se les da a dichas relaciones. Es posible trabajar en el estilo de apego y modificarlo, especialmente a través de las relaciones cercanas, como con una pareja o amigos íntimos.

Finalmente, ¿reparar qué? Un aspecto esencial del trabajo de reparación en terapia consiste en cuestionar y comprender la naturaleza de los vínculos establecidos con las imagos parentales, es decir, las representaciones mentales de las figuras parentales. ¿Cómo influyen estas imágenes en las relaciones y emociones actuales? La reparación del vínculo de apego no puede llevarse a cabo sin revisar estas relaciones internas, a menudo inconscientes, para reevaluarlas, comprenderlas y, eventualmente, transformarlas. Esto también implica la reparación de los vínculos de apego con estas representaciones mentales de las figuras parentales. Este proceso es fundamental para restaurar un sentido de seguridad y confianza en las relaciones actuales, lo que permite un verdadero trabajo de sanación y crecimiento personal.

Catalina Navas Sánchez Vizcaíno: «Desde mi práctica como psicoterapeuta y psicoanalista, ubicada en el barrio de Chamberí en Madrid, propongo un trabajo terapéutico adaptado a cada paciente, para acompañarte en la comprensión y resolución de tus dinámicas de apego. Mi objetivo es ayudarte a desarrollar relaciones más seguras y equilibradas, trabajando en las emociones, comportamientos y patrones relacionales derivados de tu historia personal.»

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